15 de setembre del 2008

Liberación Animal de Peter Singer


Me estoy leyendo este libro que me he bajado escrito en 1975 y que se ha convertido en un referente para las bases de la liberación animal, podéis bajarlo en:
http://rapidshare.com/files/140815339/Peter_Singer_Liberaci_n_Animal.pdf.html

I me apetece poner un trozo de la presentación escrita por Paula Casal dónde habla de España y su relación con el maltrato animal. (he quitado los pies de página que me iba mal ponerlos)


(...) Todos estos argumentos resultan perfectamente claros, en cuanto se ha leído este libro. Por eso es importante que se lea en nuestro país, del que se dice que es el más cruel, si no del mundo, al menos de Europa.

Es difícil evaluar afirmaciones como ésta, pero es posible que, al estar en ciertos aspectos a caballo entre el primer mundo y el tercero, reunamos algunos de los peores rasgos de ambos. En primer lugar, mientras que la mayor parte de la gente del tercer mundo es más o menos vegetariana, por religión o por necesidad, en España se come muchísima carne: 2 millones de vacas, 12 de cerdos y 30 de aves al año. Otros países ricos también son grandes consumidores: a lo largo de su vida el occidental medio engulle unas 11 vacas, 43 cerdos, 36 ovejas y 1 100 pollos por persona6. Pero otros países desarrollados están más avanzados en legislación, control, información al consumidor y oferta de productos orgánicos, vegetarianos y veganos. En otros países europeos existe la producción supervisada por asociaciones anti-crueldad, y hay supermercados que venden exclusivamente huevos de corral, mientras que en España con frecuencia sólo puede uno encontrar huevos de granja industrial. Y con eso de que hay que competir en el mercado común con países más avanzados, cada vez empleamos métodos de producción más intensivos.

Algo parecido ocurre con la experimentación. Los países pobres no suelen tener una legislación restrictiva, ni una fuerte y bien organizada presión social, pero tampoco tienen muchos laboratorios con los recursos económicos y tecnológicos necesarios. Nosotros, en cambio, hacemos en La Coruña experimentos que no se permiten en Europa7 y con la característica falta de control sobre la docencia y los recursos de nuestra masificada universidad, ponemos a operar en vivo a las manos temblorosas de miles de estudiantes.

Mientras que los países pobres no tienen ni el dinero para, ni la costumbre de, adquirir y abandonar animales de compañía, por capricho o casualidad, en España, el abandono, el envenenamiento y el maltrato tienen a las sociedades protectoras sobrecargadas y sobrecogidas. Y ya no es que nos falte el amor al felino de los británicos, es que hasta tenemos pinares donde a menudo los paseantes se topan con los cuerpos oscilantes de los perros ahorcados8. Con frecuencia se trata de perros de caza, actividad que, a su vez, cobra unas cien mil vidas al mes9.

Y como también estamos entre ambos mundos en sentido geográfico, disfrutamos de la situación ideal para disparar a las aves migratorias protegidas por los demás países sobrevolados y para controlar casi un tercio del tráfico ilegal de especies. Y aunque tengamos el sol del Sur, como tenemos los ingresos del Norte, consumimos tantos abrigos de piel, como dicte la moda: en España hay más abrigos de piel por persona que en cualquier otro país de Europa10.

Hay 3000 pueblos españoles que celebran sus fiestas lanzando cabras desde los campanarios, apedreando conejos, deslomando burros o tortu rando a algún otro animal y unos 30000 toros y 20000 vaquillas son sacrificados anualmente en nuestra fiesta nacional11. Ésta es probablemente la causa principal de nuestra mala fama, aunque en esta actividad sólo participe un pequeño sector de la población12 y haya más campañas españolas contra esta práctica especista que contra cualquier otra13.

En fin. Ya sabemos que aquí siempre llega todo tarde. Veintitrés años en el caso de este libro, que ya han leído hasta los chinos. Pero se irá prohibiendo esto y lo otro, y poco a poco las cosas cambiarán. Algún día miraremos con horror este pasado y nuestros nietos nos preguntarán de qué lado estábamos cuando empezó en España la liberación animal. Es hora de que leamos los argumentos de Peter Singer y decidamos si vamos a seguir pagando a unos señores para que, día tras día, desangren a éste, torturen al otro y mutilen al de más allá; si vamos a seguir siendo parte del problema cuando podemos ser parte de la solución.

Cuando recordamos otros movimientos de liberación nos gusta pensar que, de haber estado allí, hubiéramos sido abolicionistas o sufragistas, o al menos, no habríamos cooperado con la opresión, ni nos habríamos desentendido del tema. No llegamos a tiempo. Ahora tenemos otra oportunidad, la de la revolución menos sangrienta de la historia. Y no se nos pide que arriesguemos la vida, ni siquiera la cárcel: simplemente, que elijamos otro plato en el menú14. (...)